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¡Listo Ya!

En la ciudad de Liverpool, Inglaterra, hace muchos años, en una mañana fría y nublada, el capitán de un barco iba por la calle hacia los muelles, cuando vio a un pobre niño hambriento y mal vestido, parado en frente de un buen restaurant. El capitán puso la mano con ternura en el hombro del niño y le preguntó: “¿Qué estás haciendo aquí, mi hombrecito?”.

El niño con una mirada lastimosa dijo: - “¡Oh, Señor!, estaba parado aquí mirando las buenas cosas que tienen adentro para comer”. – “Bueno”, dijo el capitán, “tengo solamente treinta minutos antes de que salga mi vapor, pero mi hombrecito, si te pudieras vestir bien, lavarte la cara y peinarte el pelo, yo te llevaría para conseguirte algo de comer”.

El muchacho con una mirada de amor y ternura, y con lágrimas en sus ojos, al oír esas palabras amantes, se arregló el cabello con la mano y dijo: “- ¡Estoy listo ya!”.


El capitán replicó: - “Bueno, mi hijito, Dios te bendiga, ven conmigo adentro y yo te conseguiré algo de comer”. El muchacho comenzó a comer y el capitán le preguntó: “¿Dónde está tu mamá, mi hijito?”.

- “Mamá murió cuando yo tenía cuatro años”, contestó.

- “¿Dónde está tu papá?”

- “No lo he visto desde que mamá murió”.

- “Y ¿quién es el que te cuida?” Inquirió el capitán.

El niño con una mirada de resignación dijo: - “Cuando mamá estaba enferma, antes de morir, ella me dijo que el Señor Jesús me cuidaría. Ella me dijo que él murió por los pecadores y que me salvaría si yo creía en él, y lo hice”.

El capitán con lágrimas en sus ojos, dijo: - “Tengo unos pocos minutos antes de que salga mi vapor, si te pudieras vestir bien y lavarte la cara, yo podría llevarte conmigo en el vapor, ¿Podrías ayudarme?

El muchacho levantó sus ojos y miró la cara del capitán y exclamó: - “-¡Estoy listo ya!”.

El capitán le regaló un nuevo traje azul y halló en él un fiel siervo. Pronto aprendió a amar caramente a aquel muchacho.

Poco tiempo después de estar abordo, el muchacho se enfermó, y un día dijo al capitán: -  “Me siento enfermo, tengo terribles dolores en mi pecho. Capitán, quiero acercarme a usted”. El hombre amante lo estrechó en sus brazos y lo apretó a su corazón. El pequeño se durmió y fue llevado muy cuidadosamente a su camarote. Unos días después el médico dijo al capitán: “He hecho todo lo posible por el niño, está grave y va a morir”.

- “¡Oh, doctor!”, exclamó el capitán, “¡Sálvale!; no puedo aguantar que muera”. Pero se ponía más y más grave. Un día el muchacho lo llamó, y cuando vino pudo darse cuenta que el fin estaba muy cerca. 

El pequeño en voz bajita y débil, dijo: -  “¡oh, Capitán, yo le amo!; usted ha sido tan bondadoso conmigo, pero quiero decirle, Capitán, que lo voy a dejar. Voy a donde están el Señor Jesús y mi mamá. Capitán ¿quiere creer usted en Jesús? Encuéntreme en el cielo, Capitán; el Señor Jesús le ama y murió por usted. ¿Por qué no deja que él lo salve para que sea un cristiano?”

Con honda emoción y voz temblante contestó: - “He estado pensando en esto mi hijito. Voy a atender el asunto pronto”.

- “Pero, ¿Cuándo? ¿Cuándo estará listo para creer en Jesús?” Preguntó otra vez.

- “Pues no voy a demorar mucho más”.

- “¡Oh, Capitán!, ¿por qué no deja que el Señor Jesús le salve ahora? ¿Cuándo estará listo?”

Con lágrimas copiosamente cayendo por sus mejillas, aquél capitán cayó sobre sus rodillas y clamó: “¡Estoy listo, listo ya!”. Y allí mismo, arrodillado, con un corazón quebrantado y contrito, se entregó al Señor Jesucristo. 

Media hora después unos tripulantes entraron en el camarote y hallaron al capitán orando, con los brazos del niño, ya muerto, alrededor de su cuello.
 

don José Turkington



El SEÑOR JESUCRISTO DIJO:

  • “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mat. 11:28)
  • “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da” (Juan 14:27)
  • “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Juan 3:36)

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