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Clara Viloria

 

Nació en Chichiriviche (Estado Falcón), en el seno de una familia numerosa (tuvo doce hermanos), su madre creyente se llamaba Petra García de Viloria. Siendo una niña pequeña de apenas seis años, después de que su mamá realizó el estudio bíblico familiar, al levantarse de la oración de rodilla, confesó su fe en el Señor Jesucristo. Desde ese día dio buenos frutos tanto en su casa como fuera de ella.

Siendo todavía muy joven su familia  se la trajo para Caracas y ella se congregó en la asamblea de la Av. Ppal. del Cementerio. Fue bautizada por don Guillermo Willians. Muchos la recuerdan desde su juventud como una mujer piadosa y servicial, los ancianos de la asamblea y siervos del Señor tenían plena confianza en ella para encomiarle cualquier servicio a los santos.

Trabajó en las escuela dominical instruyendo a los niños (la Hna. Damaris, la esposa de don Emisael Alvarado fue una de sus alumnas). Fue ejemplo en su forma de vestir y de hablar, ella manifestó un espíritu afable y apacible.

Aunque era de poco hablar, por su buen testimonio llegó a ganar almas para Cristo, uno de ellos destacó por ser un hombre esforzado en predicar el Evangelio y muy elocuente en la exposición de la Escritura.

En la Editorial La Voz en el Desierto, fue un instrumento de Dios de gran valía, junto a don José Naranjo, don Hildebrando Gil, Juan García, Buenaventura Torres y otros, se esforzó por años en está noble labor de la publicación de tratados, el periódico La Voz en el Desierto, libros (como “El Lugar de su Nombre”) y diversas revistas de las asambleas.

Fuel fiel e irreprensible hasta el final, fueron 76 años dando un olor grato a su Señor, deja su huella entre sus hermanos y familiares. Ya anciana, a pesar de que memoria fallaba dió testimonio de no olvidarse nunca de su Señor. El pasado 2 de Mayo partió a la patria celestial...  Un gran legado nos ha dejado... ¿Las nuevas generaciones seguiremos su buen ejemplo? Que el Señor nos ayude a hacerlo. Amén.

“...Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen” (Apoc. 14:13).



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